
SANTA IGLESIA MEXICANA
DE ELÍAS A.R.
REG. CONST. SGAR/4020/2015


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"Porque éste es el gran testimonio de que la Santa Iglesia Mexicana de Elías, es la única, fiel, santa y verdadera Iglesia de Dios"
Roque Rojas, Elías el Prometido. ASÍ SEA.

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Elías el Profeta
Habían trascurrido casi cien años en el antiguo Israel desde la época del rey David, quien había fijado un alto estándar de fidelidad e integridad al servir al único Dios verdadero. Ahora, un rey malvado llamado Acab hizo más para provocar la ira de Dios que todo lo que los reyes de Israel que habían sido antes de él, habían hecho (1 Reyes 16:33). La fecha era alrededor del año 870 a.C.
La apostasía durante el reinado de Acab fue el resultado de muchos años de reyes corruptos y una maldad que se incrementaba, hasta que la maldad rebosó la tierra. La mayoría de personas había cedido a Satanás y sus demonios y se había dedicado a la adoración de los dioses canaanitas Baal y Astarté. Sin embargo, a pesar de esta situación, Dios había afirmado que existían 7.000 personas en Israel que no habían adorado a Baal durante esa época tan perversa (1 Reyes 19:18).
Anteriormente, Dios había enviado advertencias y esperado pacientemente a que su pueblo se apartara de las influencias paganas que lo rodeaban y regresaran a la adoración verdadera (1 Reyes 14:6-16). Ahora, Dios iba a traer un castigo severo sobre la nación, para moverla a la acción.
Dios explica: “Porque no hará nada el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amos 3:7). Para anunciar el castigo y la advertencia a la nación acerca de la necesidad de cambiar sus caminos, Dios envió un mensajero, Elías el profeta.
El primer milagro de Elías
Elías se menciona primero en las Escrituras cuando le declara al rey Acab que inmediatamente iba a comenzar una gran sequía para probar a Israel y a sus líderes. “Elías… dijo a Acab: Vive el Eterno Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1).
Retener la lluvia por tres años y medio, fue el primer milagro que Dios hizo por medio del profeta. Esto traería una gran hambruna en todo el reino. El propósito de este castigo era traer a la nación al arrepentimiento de su idolatría. Aunque no era placentero, Elías entendió a cabalidad los positivos efectos de este castigo, si Israel se arrepintiera de sus pecados. Dios siempre determina la magnitud y la duración del castigo que Él trae; y en este caso, Él hizo que Elías pidiera para que finalizara la lluvia y más adelante para que nuevamente comenzara.
Elías: la persona
Dios escogió a este hombre de las regiones desérticas, para que fuera delante de reyes, llevándoles el mensaje de advertencia y arrepentimiento. Elías tisbita, de Gilead, era un hombre como cualquiera de nosotros —un hombre parecido, con sueños, esperanzas, debilidades y flaquezas, pero también un hombre con gran fe en Dios. Elías era un profeta directo, franco, de Dios. Al hablar las profecías de Dios, él se granjeo varios enemigos fieros, pero sus enemigos no pudieron derrotarlo.
Más adelante, el apóstol Santiago habló de la fe de Elías, diciendo: “Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18).
Elías es escogido por Dios
Como muchos otros profetas, Elías no buscó ser mensajero de Dios. En vez de ello, Dios lo escogió a él para el trabajo. Una vez fue llamado, Elías no vaciló en aceptar su misión, aunque parecía que su vida sería amenazada por el perverso rey. Elías fue enviado una vez a la ciudad capital de Samaria para dar el anuncio al rey Acab. Luego, Dios envió a Elías a esconderse a medida que la sequía se manifestaba, se secaban las fuentes de agua y se perdían las cosechas de la nación (1 Reyes 17:7-15; 1 Reyes 18:1).
Los profetas de Baal fueron humillados cuando ellos no pudieron invocar sus dioses paganos para terminar la sequía y traer la tan necesaria lluvia sobre la tierra. El rey Acab y sus oficiales estaban furiosos con Elías, pensando que él era la causa de tanto sufrimiento en Israel; y enviaron a capturarlo a tierras extranjeras (1 Reyes 18:10).
Finalmente, el profeta fue inspirado por Dios para que volviera nuevamente delante de la presencia del rey Acab: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Eterno, y siguiendo a los baales” (1 Reyes 18:17-19).
La confrontación en el Monte Carmelo
El milagro público más grande de Elías se dio en medio de un "concurso" con 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera en el Monte Carmelo. Elías invitó todos estos falsos profetas y a todo Israel para una demostración que probaría que Baal no tenía ningún poder frente al Dios de Israel. El resultado demostraría quién servía al Dios verdadero (1 Reyes 18:19-40).
Para mostrar el poder de Dios, Elías le dijo a la multitud: “Solo yo he quedado profeta del Eterno; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres” (1 Reyes 18:22). Elías continuó: “¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si el Eterno es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” (1 Reyes 18.21). Ese día Dios les demostraría de una forma convincente que Él era el único Dios verdadero de Israel.
El "concurso" comenzó. A lo largo del día, los falsos profetas clamaron a su dios para que enviara fuego y consumiera el sacrificio de animales —pero no hubo respuesta.
Al final del día, Elías llamó al Dios de Israel para que enviara fuego que consumiera el sacrificio que él había preparado. Dios respondió la oración de Elías. En un momento, miles fueron testigos del fuego que provino del cielo y consumió el holocausto, toda el agua en la zanja y la leña humedecida, quemando aun las piedras.
Elías dejó al descubierto el engaño de los falsos profetas de Baal y finalmente los corazones de los israelitas quedaron convencidos de que sólo el Dios de Israel podría hacer este milagro. Elías luego ordenó que los falsos profetas fueran ejecutados (1 Reyes 18:36-40). Luego, el Espíritu de Dios movió a Elías para que orara para que hubiera lluvia y finalizara así la terrible sequía (1 Reyes 18:42-45; Santiago 5:18).
Los profetas de Dios son odiados
Cuando los falsos profetas de Baal estaban muertos, Elías fue amenazado de muerte por Jezabel, la perversa esposa del rey Acab. Como reina de Israel, ella había introducido la adoración de su dios Baal en la nación, influenciado al Rey Acab para adorar a Baal y poner los ídolos en Israel (1 Reyes 16:31; 1 Reyes 21:25-26). Los profetas de Dios que traen mensajes de advertencia son odiados con frecuencia y acusados de ser la causa de dicho sufrimiento. Jezabel y los falsos profetas de Baal odiaban a Elías, y ellos no escatimaban esfuerzos para prenderlo.
En un momento de debilidad humana, Elías se sintió profundamente desanimado, pero nuevamente Dios lo reafirmó y lo mandó otra vez a enfrentarse con el rey Acab. Elías debía entregar el mensaje de que Acab y Jezabel sufrirían una muerte humillante por todas las obras malas que no habían querido reconocer ni arrepentirse de ellas (1 Reyes 21:20-24).
El Elías Prometido en los tiempos del fin (Citas Bíblicas)
La profecía de la Biblia pareciera señalar que habrá otro Elías, u otra obra de Elías que surgirá en el fin de los tiempos antes de la época profetizada de la gran ira de Dios, que vendrá sobre la tierra. El profeta Malaquías declaró: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día del Eterno, grande y terrible” (Malaquías 4:5-6).
Similar a la forma en que Juan el Bautista vino, “en el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17), este cumplimiento de los tiempos del fin, es una comisión muy parecida a la primera del profeta Elías.
Libro del Eclesiástico 48:1,7-12:
“48:1. Levantóse después el profeta Elías como un fuego, y sus palabras eran como ardientes teas”.
“48:7. Tú oíste en el monte Sinaí el juicio del Señor, y en el de Horeb los decretos de su venganza.
48:8. Tú ungiste, o consagraste, reyes para que castiguen a los impíos, y dejaste después de ti profetas sucesores tuyos.
48:9. Tú fuiste arrebatado en un torbellino de fuego sobre una carroza tirada de caballos de fuego.
48:10. Tú estás escrito en los decretos de los tiempos venideros para aplacar el enojo del Señor, reconciliar el corazón de los padres con los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.
Malaquías 4:1-6 (Mal. 4:1-6):
“4:1 Porque he aquí que llegará aquel día semejante a un horno encendido, y todos los soberbios y todos los impíos serán como estopa; y aquel día que debe venir los abrasará, dice el Señor de los ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni renuevo alguno.
4:2 Más para vosotros los que teméis mis santo Nombre nacerá el Sol de Justicia, debajo de cuyas alas o rayos está la salvación; y vosotros saldréis fuera, saltando alegres como novillos de la manada;
Evangelio de Marcos 9:10-11.
“9:10 Y le preguntaron: ¿Pues cómo dicen los fariseos y los escribas que ha de venir primero Elías?
9:11. Y él les respondió: Elías realmente ha de venir antes de mi segunda venida y restablecerá entonces todas las cosas; y como está escrito del Hijo del hombre, ha de padecer mucho y ser vilipendiado”.




